MANIFIESTO DÍA INTERNACIONAL
CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO 2021

Treinta y siete mujeres han sido asesinadas impunemente en lo que va de 2021 por quienes en otro tiempo las enamoraron o les prometieron felicidad. Han dejado 21 huérfanos y muchas familias rotas de dolor.
A diario, en España, una de cada tres mujeres ve atacada su libertad e integridad por el mero hecho de serlo. Porque la violencia de género se ampara en la burda consideración, por parte de los agresores, de que las mujeres son personas carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.
La violencia machista es un horror cotidiano, un mal endémico que no reconoce fronteras ni culturales, ni sociales, ni económicas.
No podemos mirar hacia otro lado ni permitir el silencio, ante este escenario.
Estamos en la obligación de actuar, porque el silencio solo beneficia a los agresores. Porque, en materia de violencia de género no se suman números, sino personas. El goteo de muertes y agresiones es constante, y el riesgo es que la sociedad lo asuma como un hecho inevitable y con la ingenua seguridad, a nivel individual, de que de ninguna manera ocurrirá en nuestro entorno más próximo.
Tenemos que seguir aunando esfuerzos para poner fin a la violencia contra las mujeres, para erradicar la violencia machista que campa por muchas casas y municipios. Hay que seguir luchando, por la memoria de las asesinadas y por las que viven, sobre todo por las que viven un día tras otro en medio de la violencia machista. Hay que seguir luchando para eliminar el olor a miedo que envuelve a tantas mujeres, todos los días.
La lucha contra la violencia sobre las mujeres es una tarea de toda la sociedad en la que no podemos perdernos, ni dar un paso atrás; debemos seguir mostrando sin ambages que la violencia contra las mujeres es inaceptable, intolerable y trabajaremos sin descanso por conseguir una vida libre de violencia para todas ellas.
Desde el Área de Familia, Dependencia y Oportunidades de la Diputación de Ávila dedicamos esfuerzos humanos y materiales para trabajar en la prevención, en la educación en igualdad y respeto desde edades tempranas, conjugando esa labor de años en favor de los niños y niñas que serán los adultos del futuro, con la de detectar casos para apoyar y atender  a las mujeres que los sufren. El entorno rural reúne, además, características distintas también en cuanto a la violencia machista respecto de las ciudades. Actuar con diligencia y atendiendo esas peculiaridades es nuestro deber, nuestro compromiso y la única manera con la que podemos ayudar a las mujeres que hoy están sufriendo estas conductas violentas por parte de sus agresores.
Aunque la población del medio rural abulense está envejecida, en este punto no debemos obviar un tipo de violencia que está creciendo de forma exponencial y que impacta, especialmente, entre jóvenes y adolescentes.
Es la violencia digital, apoyada en el uso de las redes sociales y otras plataformas en línea para acosar o molestar a otra persona, ya sea mediante el ataque personal, la divulgación de información falsa o íntima, la manipulación emocional o la amenaza, entre otras prácticas.
Es nuestra responsabilidad, más aún en este aspecto, perseverar en una educación en valores de igualdad y respeto porque, mientras haya una sola mujer acosada o asesinada simplemente por serlo, debemos seguir poniendo todos los medios a nuestro alcance para evitarlo y examinar, con objetividad, en qué estamos fallando.
La violencia de género tiene nombre de mujer. Sin duda, discutirlo o cuestionarlo es volver a lastimar a las mujeres que la padecen e inferirle un nuevo maltrato por quienes tenemos la obligación de protegerlas.