Un día espectacular, luminoso y soleado, para disfrutar de esta tradicional actividad ganadera : marcar las jóvenes reses con el hierro de la ganadería familiar.

Es una faena en el manejo de la ganadería que se hacía siempre por otoño, tal vez coincidiendo con los días de la matanza, cuando el día “pintaba con blandura” y, claro está, antes de que llegaran los días de salir de camino en larga trashumancia. La actividad no ha dejado de realizarse desde tiempos muy antiguos, pero en los tiempos modernos muchos ganaderos han o habían dejado de llevarla a cabo principalmente por los métodos nuevos de señalización con los crotales en las orejas, y otros. Antiguamente cada animal llevaba marcas distintivas en las orejas y en este día se aprovechaba para realizarlas, en caso de no haberlas hecho en los primeros días de su nacimiento.

En la actualidad, aunque hay ganaderos que conservan esta práctica, son muchos los que han desistido de ella, identificando a sus animales solo con la marca del hierro y los crotales.
Los jóvenes ganaderos, muy curtidos en estas faenas, demuestran sus destrezas y habilidades en coger las reses, tumbarlas al suelo, atar sus patas y colocar, de la manera más rápida y limpia posible, el candente hierro sobre la llana del cuarto trasero de la becerra añoja.

Actualmente los ganaderos han revivido esta actividad dándole categoría de fiesta, de modo que cada año la patrocina un pueblo diferente de la zona. Este año es la VII celebración. El municipio de Hoyos del Espino lo ha patrocinado ( por segunda vez) ofreciendo una gran paella para todos los numerosos asistentes, con suficiente vino y cerveza para mitigar los calores de este día otoñal: bueno para la fiesta, pero pidiendo al cielo que llueva tan necesaria para los campos de hierba.

Participa y patrocina también la Excma. Diputación de Ávila, que dona, entre otras cosas, una becerra del año de su selecta raza avileña negra ibérica, que se subasta mediante puja directa entre los presentes.